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Los rapaces de la mar se hicieron mayores y siguieron vinculados al salitre. (Archivo Jose Fernández)

DESPERTADORES

DE LA MAR

La tarea de los rapaces de barco fue el primer trabajo para muchos luanquinos hasta los años 50

Febrero 2016 / Especial Fiestas del Stmo. Socorro 

PAULA FERNÁNDEZ (Luanco)

 

Con las fiestas del Socorro a la vuelta de la esquina, muchos recuerdan el pasado marinero de Luanco cuando, por ejemplo, las voces amenizaban las noches y amaneceres de Luanco hasta bien entrada la década de los 50. Eran los rapaces de barco, despertadores de la mar, que avisaban a los marineros por todos los rincones de la villa para que embarcasen rumbo a las costeras del bonito, palometa o chicharro. Para muchos vecinos que superan los 70 años, esta tarea supuso el primer trabajo que desempeñaron en su larga vida laboral, ya que por aquel entonces empezaban a ganar dinero cuando eran unos adolescentes. Uno de los rapaces de barco con más solera es José Francisco Viña Viña, más conocido por «Pepe El Rulero», apodo que se debe a que su padre despachaba pescados en la rula de Luanco.

 

«El Rulero», ahora con 89 años, empezó en estos menesteres a principios de los años 40. En esa época, «había en Luanco alrededor de 50 barcos de vapor». Y él era uno de los encargados de avisar a la tripulación que era la hora de salir a faenar. Hacía su cometido a cualquier hora, según lo solicitaba el patrón de la embarcación. Sus comienzos como rapaz de barco no contaron con la aprobación de su familia. «Me enfadé con el maestro y mi padre me preguntó qué oficio quería desarrollar. Cuando le dije que rapaz de barco me dijo que no, pero yo insistí porque quería dedicarme a la pesca como mis amigos», rememora.

 

La tarea de despertar a los marineros allá donde vivieran y a altas horas de la noche tenía su riesgo. «El Rulero» relata un episodio digno de cualquier película de terror. «Un día, íbamos dos rapaces a llamar a “Doro”, que vivía en la carretera de Balbín, y nos salió un paisano de gabardina blanca diciéndonos que nos iba a chupar la sangre. Yo, que llevaba una navaja en el bolso, me preparé por si acaso. Al final resultó ser Alfredo “El Barato” que nos quería meter miedo. Si no llega a reirse no sé qué hubiera hecho con la navaja».

Remediaban el miedo a la oscuridad de la noche yendo de dos en dos y, en algunos casos, acompañados de sus madres. Ese temor no solo lo padecían los rapaces de barco, sino marineros experimentados como «“Andresín el de Talandoria”, un paisano viejo que vivía en Altamira y, como tenía miedo a bajar solo por la calle, lo acompañábamos los rapaces hasta el muelle», recuerda «El Rulero».

 

 

 

 

Otro de los rapaces de barco de esa época, José Fernández Álvarez, de 82 años, también conocido por el sobrenombre de «Doldín», asegura que en alguna que otra ruta nocturna en busca de marineros, «los guardias, al vernos, nos mandaban para casa. Eso pasaba si no nos conocían, hasta que les decíamos que íbamos a llamar a los pescadores», recuerda. En casa de «Doldín», que eran 19 hermanos, no disponían de reloj despertador para levantarse a altas horas de la noche. Por eso, «mi madre se quedaba sin dormir para avisarme a la hora que tenía que ir a llamar a la mar», relata.

 

Su cometido no se limitaba a despertar a los pescadores. También se encargaban de preparar los utensilios para salir a faenar. «Por la tarde, cuando llegaban los barcos al muelle, íbamos a las bodegas, que estaban casi todas por esa zona, y encarnábamos los anzuelos, arreglábamos las redes...», describen. Más adelante, los rapaces de barco dejaban el oficio en tierra para embarcarse en uno de los trabajos más duros. Así, «El Rulero» estuvo, por ejemplo, en el «Villa de Avilés»; mientras que «Doldín» navegó en el «Flor del Cantábrico», entre muchos otros barcos. Estos dos rapaces de barco son el reflejo de muchos jóvenes que buscaban en la mar el sustento de sus familias. Las gentes de Luanco y de otros pueblos costeros siempre tendrán en su recuerdo las voces de los despertadores de la mar.

José Francisco Viña y José Fernández. (P. F.)

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Abuelo de José Francos Viña. A la derecha, otras imágenes del pasado marinero de Luanco. (Archivo de José Francisco Viña y Jose Fernández)

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