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3 candasinos duermen en su coche hace 6 meses al no poder acceder a un piso

Uno de ellos, Natanael Jiménez, con asma y depresión, se

plantea «regresar al (clausurado) poblado de Piñeres»

01/06/2019 / Carreño

LORENA VENTURA (Candás)

 

«Me despierto con asma, abro los ojos y me cuesta un tiempo moverme. Tengo el cuerpo agarrotado. Estoy desesperado», relata Natanael Jiménez, de 34 años, que vive quizá el peor momento de su vida porque duerme, desde hace seis meses, en un Opel Astra siniestrado, con el que tampoco puede ir a ganarse su sustento porque no tiene dinero para arreglarlo. Comparte habitáculo con su mujer, lo que le duele doblemente. Su hermano, Ezequiel Jiménez, de 32 años y dos hijos, pernocta en otro coche. Ambos se quejan de que los Servicios Sociales no les dan ninguna solución. Desde esta área municipal indican que no pueden hacer referencia a ningún caso en concreto. Están excluidos por un desahucio por falta de pago que consideran injusto. Los meses teniendo un vehículo como hogar pesan, así que el mayor de los hermanos ya se plantea «regresar al (clausurado) poblado de Piñeres u ocupar una vivienda social que queda vacía».

 

El vía crucis empezó en enero de 2018. Natanael Jiménez se salvó de morir por el desplome del tejado de un bloque de la calle José González Muniello porque 96 horas antes había entregado las llaves para mudarse a una vivienda enfrente de la iglesia (calle Bernardo Alfageme). Hasta entonces vivía en la última planta del inmueble siniestrado. La fortuna se acabó para él en aquel momento.


En teoría, su situación iba a mejorar. Había accedido a un piso humilde del mercado libre por el que pagaba 150 euros, incluido algunos gastos como el agua. Firmó el contrato avalado por su hermano Ezequiel, que llevaba allí «más de una década». «Puse el suelo, el baño y arreglé el techo de una habitación», relata. Cuenta que, además, animado llamó al dueño del piso en mayo del año pasado para decirle que iba a cambiar la cocina por su cuenta tras encontrar una oferta en Bricodepot.

 

 

A partir de ahí, las cosas se precipitaron. Su contrato estaba en vigor hasta diciembre del año pasado, aunque el 29 de noviembre fue desalojado. Y de ahí, al Astra. «El propietario me dijo que no invirtiera nada en el piso y que avisara a las demás familias, seis en total, de que no pagaran la renta porque iba a ser declarado en ruina, al seguramente no pasar la IEE (Informe de Evaluación del Edificio)», argumenta, al tiempo que dice sentirse «engañado» por el dueño del edificio, al que conoce de toda la vida.

 

Insiste en que no es moroso y muestra algunos recibos de pago del alquiler. «Ya no me cogió más el teléfono», explica Jiménez. «La idea es rehabilitar los pisos bien para alquiler o bien para venta», confirmó el gerente de una constructora local a este periódico. Un familiar vinculado a la propiedad señala que el edificio ya no es responsabilidad del que era su titular.

 

Natanael Jiménez solicitó por escrito el 14 de mayo una vivienda de emergencia, tras «no sacar nada en claro de una reunión con Paula (Cuervo, concejala de Bienestar Social) y que los Servicios Sociales pasen de nosotros. Me dicen que no cumplo los requisitos por haber sido desahuciado, explica. Y precisamente recuerda que el nuevo decreto de vivienda y alquiler pactado entre PSOE y Unidos Podemos en marzo debe proteger a los desalojados. «Los juzgados deben evaluar la vulnerabilidad de los afectados y ponerla en conocimiento de los Servicios Sociales», viene a decir la legislación.

 

«No podemos quedar en la calle», insiste el joven, que pide ayuda desesperadamente y recuerda: «Nací en San Roque, soy candasín». En estos meses han recibido la ayuda de Cáritas. «Nos ayudan a comprar comida y me dieron un dinero para ir a ver a uno de mis hijos a Barcelona», recalca Ezequiel. Ambos quieren tener un hogar donde sea. «En Carreño, Gijón, Avilés… libre o social, pero a un precio razonable y acorde con los ingresos (cobran el Salario Social Básico). No queremos ser una carga para nuestra familia», concluyen.  

Natanael Jiménez tiene en su coche mantas, una almohada y una cafetera. (L. VENTURA)

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