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La plantilla de la Policía Local recuperó la relativa normalidad en abril, con varios agentes patrullando por las calles. (L. V.)

La plantilla de la Policía Local recuperó la relativa normalidad en abril, con varios agentes patrullando por las calles. (L. V.)

Un policía de Candás curado de Covid-19 dona plasma para tratar a enfermos graves

«Espero que valga para que se cure la gente», desvela el primer diagnosticado de coronavirus en Carreño, que ya está curado y trabajando

01/05/2020 / Carreño

LORENA VENTURA (Candás)

 

«Yo he superado el coronavirus». No le importa decirlo en voz alta, pero prefiere no decir su nombre, ni que se le haga una fotografía por su profesión, policía. El primer diagnosticado de Covid-19 en Carreño ya está curado y trabajando, lo que quiso desde un principio. Su vocación por ayudar a los demás sigue intacta. Y de todas las formas posibles. Sin ir más lejos, el 23 de abril, «doné plasma en el HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias) para un posible tratamiento» para la pandemia.

 

Diferentes comunidades autónomas han empezado a recoger suero de las personas curadas para estudiar el posible uso de anticuerpos de las personas curadas para tratar a otras que estén todavía en fase activa del coronavirus, tal y como ha autorizado el Ministerio de Sanidad. La iniciativa parte de la hipótesis de que en cualquier infección viríca el cuerpo genera anticuerpos y algunos se quedan una vez superada la enfermedad. La terapia podría consistir en inocular plasma con anticuerpos a los enfermos graves para reforzar su sistema inmunitario en su lucha contra el Covid-19. «Lo veo muy bien. Si vale para que se cure la gente y luego podamos salir de casa», destaca el joven.

 

Precisamente su juventud, aún es un treintañero, y una vida sana marcada por el deporte y una correcta alimentación pudo obrar su recuperación. «La verdad es que no esperaba que fuera un paciente de los graves. Por eso no tuve miedo ni nada. Tampoco tenía patologías previas», expone, quien no suele ponerse enfermo. No le invadieron los pensamientos negativos, ni pensó en la muerte. «Nunca los tengo», asegura, al tiempo que destaca que la atención médica fue buena.  

 

Pero no fue como pasar una gripe ni mucho menos. «Estuve más de ocho días con fiebre de 39. Tener la fiebre tan alta te machaca, me encontraba muy mal, pero lo fui llevando». Y pasados «20 días» de encierro en casa (no tuvo que ser ingresado), superó la enfermedad. Emplea la palabra «paciencia» para los que estén pasando por ello, a la que suma «ánimo» porque «la mayoría nos curamos».

 

También tuvo la ventaja de no vivir estos días con la tensión de poder contagiar a su familia porque «vivo solo y tenía la casa entera para mí». En este sentido fue estricto y no cruzó el umbral de la puerta en ningún momento durante el encierro. «No podía salir a la calle, no podía ir a comprar ni nada. Pero tengo un gran amigo que me hacía la compra y me la traía a casa», aclara. Una vez más, la humanidad hizo posible que sobrellevara mejor la curación. «La pandemia está sacando lo mejor de la gente, seguro, de la mayoría al menos», valora.

Al margen de hipótesis, lo importante que es ha superado una enfermedad muy temida. Cuándo recibió el alta, ¿qué sintió? «Sentí un alivio bueno», dice llanamente. Y agrega que siempre tuvo en el pensamiento continuar con su rutina habitual. «La verdad es que hacía unos cuantos días que me encontraba bien. Yo los primeros ocho días estuve mal, pero luego ya me encontraba mejor e iba mejorando. Ya me encontraba bien, así que nada. Hablé con el médico y él me dio el alta porque yo quería empezar a trabajar», anota.

 

 

BUEN AMBIENTE

Así fue. A principios de abril ya estaba en activo. El ambiente que se encontró en las dependencias policiales no pudo ser mejor. Ahora son más que nunca una piña, así lo manifiesta con un acento muy asturiano. «Sí ho, el ambiente muy bien. La verdad es que hubo otros dos o tres compañeros que lo tuvieron, pero también recuperaron», explica aliviado y con alegría.

 

Ahora prácticamente están los mismos que antes de que estallase la pandemia, salvo que un compañero de más edad que «se le complicó, estuvo ingresado y aún sigue recuperándose». Aunque la plantilla sigue mermada por motivos distintos a la crisis sanitaria. «Somos diez u once» de los 22 iniciales por el cambio de destino y otras cuestiones. «Somos pocos, pero estamos haciendo los turnos», valora.

 

Al margen del trabajo, su principal deseo es volver a viajar, su pasión. Es lo primero que hará cuando acabe el estado de alarma y se recobre la normalidad. «Tenía un viaje previsto a Nueva York en mayo y lógicamente no puedo ir. Pero es lo que más me apetece», concluye el joven. 

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