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LA VIDA SIN ADITIVOS TRIUNFA EN LA RED

Silvia García, de Perlora, suma más de 8.500 seguidores en Instagram con sus fotografías en familia

05/11/2021 / Carreño

LORENA VENTURA (Perlora)

Su objetivo huye de los posados. Silvia García González, de Perlora, prefiere captar el momento, salvaje o no de la vida, para que este maremagnum de fotografías haga de cápsula del tiempo y, en el futuro, sus hijos puedan revivir la infancia con una sonrisa. En sus imágenes hay saltos, llantos, sonrisas, enfados y abrazos, muchos abrazos, habitualmente en la naturaleza o en el seno del hogar. 

Esta diferente propuesta creativa está triunfado Instagram. La mamá de Carreño suma ya más de 8.500 seguidores en la red social con sus fotografías en familia. «No son tantos. Hago algo de “andar por casa”. Pero estoy agradecida a la gente por los comentarios positivos que ponen. Piensan que soy más guay de lo que soy», dice prudentemente.

Sin embargo su estilo ha captado la atención de las marcas. Han sido varias las firmas que le han propuesto que sea su imagen, pero las ha rechazado salvo la de la empresa en la que trabaja desde siempre. Silvia es embajadora de Viajes El Corte Inglés, lo que le permite conocer el mundo con su familia a cambio de contar su experiencia en imágenes. 

Así ha logrado unir sus pasiones. «Viajo menos de lo que me gustaría. La pandemia paró un poco el proyecto», dice con modestia, aunque si se trata de soñar, le gustaría ser «creadora de contenidos de viajes». Ya ha estado en Austria, Alemania, Japón, Croacia, Eslovenia, Francia… Además de conocer rincones mágicos del norte. De ahí salen sus instantes favoritos. «Me encanta una fotografía en la que estamos abrazados en Somiedo y otra en Ponga en la que, caminando entre la niebla, encontramos a varios caballos», relata. Aunque su próxima parada podría ser Sudáfrica, una escapada que ya está planificando.  

Todo empezó a la vuelta de un viaje a Tailandia. Fue cuando se dio cuenta de que las fotos hechas con un móvil con la pantalla rota eran un auténtico desastre. «Mi hijo mayor, Alejo, ya tenía tres años y no tenía de él una imagen decente. Eran fotos feas, una patraña, que no captaban el feliz momento que estábamos viviendo», relata. 

Entonces se decidió a cambiar la situación haciendo varios cursos online en Hello! Creatividad. Acababa de descubrir «mi primera afición de verdad, la primera faceta en la que sentí el lado creativo que todos tenemos», remarca Silvia, quien insiste en que no se considera artista ni tiene ningún tipo de pretensión mayor, a pesar de que las propuestas laborales pican periódicamente a su puerta. «No ambiciono nada más que capturar la vida de mis hijos. No veo Instagram como una plataforma de ingresos. Es mucho trabajo y no me apetece. No compensa. Lo comparto porque es una forma de aprender en la comunidad de la red como yo lo hago de otros fotógrafos. No cambiaría nada de mi vida porque soy feliz», afirma.

La perlorina, con sus hijos, Alejo y Antón. (SILVIA GARCÍA)

La perlorina, con sus hijos, Alejo y Antón. (SILVIA GARCÍA)

La perlorina se empapó de los conceptos básicos de la fotografía (configuración ISO, velocidad de obturación, diafragma…) y ya no le volvió a dar más al modo automático de la Nikon básica que le regalaron en su boda. «Me gusta jugar con las contraluces, con los claros y oscuros. La luz es todo», valora. Después otra multinacional le sugirió cambiar de modelo. Ahora se mueve con soltura con una Olympus OM-D E-M10 Mark III. 

Adobe Lightroom es su herramienta de edición. Su estilo va por ciclos. «Tuve una época que me gustaban las fotografías en blanco y negro, otra en la que prefería que estuvieran poco saturadas, una etapa de fotos con aspecto de lavadas y ahora prefiero que sean lo más natural posible», indica.

Silvia ha realizado miles de imágenes en estos cinco años de actividad siempre con la premisa de no perder la esencia del momento, de reflejar la vida con sus luces y sombras. Nada de «ponte aquí y allá y mira a la cámara. Prefiero que la mayoría de las veces mis hijos ni se enteren de que les he hecho una fotografía», subraya. Pero en este compendio también hay sesiones no espontáneas. «Evidentemente también quiero captar la rutina con mis niños como, por ejemplo, en el momento baño. Entonces mi marido coge la cámara y le marco unos parámetros de lo que quiero», dice. 

Tampoco tiene tapujos en mostrar cómo le da el pecho a sus hijos. «Al mayor le di hasta los cinco años y apenas tengo fotografías de este momento íntimo. Ahora me estoy desquitando con el pequeño. Para mí no hay vínculo mayor, en el que madre e hijo disfrutan del relax, aunque haya gente que aún diga: “¿Qué es que tiene hambre?”», expone. ¿Qué piensa de las posiciones extremas en cuanto la lactancia? «Tenía claro que los seis primeros meses quería dar el pecho, aunque al principio no fue fácil. El resto surgió de forma natural. Hay que respetar cualquier postura. Lamentablemente vivimos en una sociedad en que aún se juzga mucho el papel de las madres», remarca. 

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