top of page
«Tano» Pelayo (a la derecha) y su hijo Adrián, al otro lado de la barra. (LORENA VENTURA)

«Tano» Pelayo (a la derecha) y su hijo Adrián, al otro lado de la barra. (LORENA VENTURA)

EL FIN DE LA ERA MISURI

Se retira «Tano» Pelayo, tercera generación de una saga de emprendedores de la hostelería y la venta ambulante

01/11/2025 / La Contra

LORENA VENTURA (Luanco)

 

Su abuelo, Amable Pelayo, ya vendía barquillos en París en 1910. Un parque de Luanco lleva el nombre de su padre, Serafín Pelayo Gómez «Misuri El Barquillero», tras una vida de esfuerzo y dedicación tanto en la venta ambulante como en la hostelería. Y él, Cayetano Pelayo «Tano», tanto de lo mismo. «A día de hoy, puedo decir que no sé lo que es un verano sin trabajar, no sé lo que es ir a la playa con mis amigos», explica, al tiempo que recuerda que la familia lleva más de medio siglo de trabajo sin descanso porque todos arrimaron el hombro desde críos.

 

El bar Brisas del Misuri cerrará sus puertas el próximo mes de abril, pero ya tiene pretendientes. No será un adiós, sino un hasta luego, dado que el local se pondrá en alquiler para otra familia de emprendedores. La pregunta es obligada: ¿Con qué se queda de estos años? «Con el aprecio de la gente, el día a día. Mi familia ha sido muy apreciada desde que mi padre abrió el negocio. Es algo que tendré en cuenta toda mi vida. A Luanco le tengo que agradecer mucho, nos lo ha dado todo», destaca «Tano». «Me fastidia mucho tener que dejarlo. No lo llevo bien. Ya estoy cavilando qué voy a hacer», admite. Lo único que tiene claro es que disfrutará de su familia lo que no pudo anteriormente.  

 

El hostelero lleva bien el peso de ser el hijo de «Misuri El Barquillero» a pesar de que dejó «el listón muy alto». Él nació en La Vallina (Luanco), pero la familia es originaria de la Vega del Pas (Cantabria). Su padre llegó a Asturias tras hacer la «mili». Primero recaló en Avilés y luego en Vioño hasta que se asentó definitivamente en Luanco. «Empezó a venir en bicicleta a vender a Luanco desde la ciudad. Siempre fue una persona inquieta y abrió el bar, primero como churrería», relata «Tano», que con sólo nueve años ya iba al negocio a «empaquetar churros», mientras que su hermana mayor, María Rosa, atendía la barra. Además, siempre «fue muy buena cocinera» y nos cuidaba. Su otra hermana, Encarnación, también ayudaba, al igual que su madre Francisca mientras el cabeza de familia hacía los churros.

 

Asimismo, las patatas fritas que vendían en la playa las hacían en una sartén muy grande que provenía de la antigua fábrica de conservas Cabo Peñas y que fue donada al Museo Marítimo de Asturias. También despachaban barquillos, garrapiñadas y carajitos. Estos últimos los presentaban en una especie de pirulí de azúcar requemada que, «en la época del hípico, igual hacías 1.000». «Son muchos años; esta esquina se explotó bien. Desde 1968 que estamos abiertos, han pasado miles y miles de personas de todas las clases», apunta.

 

El autónomo fue el encargado de adaptar el negocio a los tiempos, pero manteniendo la esencia. El local prácticamente está intacto, rótulo incluido. Apenas se ha renovado la barra. Pero el bar se dotó de terraza hace doce años a raíz de la peatonalización de la calle y se ha expandido con la apertura de una heladería primero y un negocio de perritos calientes después.

​

Con el icónico rótulo. (L. V.)

Con el icónico rótulo. (L. V.)

El último va viento en popa y el secreto es la buena materia prima (25 centímetros de salchicha), atención cercana (su lema es: «Si gano un crío, gano una familia») y precios asequibles («Empecé cobrando 2,5 euros por perrito y botella de agua). La estrategia ha surtido efecto y, cada verano, se forman largas colas en el establecimiento. «Estoy agradecido a las empleadas que han estado conmigo estos años», recalca.

 

Pero «Tano» no se muestra optimista respecto a la situación del sector de la hostelería. «Lo lleva todo Hacienda. La Seguridad Social nos está exprimiendo con las cuotas de autónomos y, cuando podemos generar trabajo, nos están apretando más y no podemos meter gente y tampoco encontramos buenos profesionales», valora. Por eso, cree que «Luanco está cambiando de rumbo» ya que hay otros profesionales como él que se jubilan y echan el cierre como es el caso de José Indalecio Viña, del restaurante La Pradera-Campanal, toda una referencia en la celebración de eventos durante más de 45 años.

 

Afortunadamente, «Tano» no pasó, en todos los años de trayectoria laboral, por ninguna situación extremadamente complicada y las anécdotas, buenas y malas, prefiere guardáselas. «Hemos visto tantas cosas... Por eso, de la gente no quiero hablar, secreto profesional», dice.

 

ORIGEN DEL MOTE

A modo de curiosidad, el mote familiar tiene su origen en los pareados que hacía el precursor del negocio que, para llamar la atención de la gente, solía exclamar: «Aquí llega el Misurero, el más ladrón del mundo entero». «Misuri El Barquillero» era una persona muy carismática y, de puertas adentro, un buen padre que hizo que a sus hijos «nunca nos faltase de nada». 

La palabra de Peñas

¿Sabe de algún acto en la Comarca y quiere que lo publiquemos? ¿Tiene alguna queja, inquietud o sugerencia?

EL FARO

DE GOZÓN Y CARREÑO

Sede Social:

Plaza La Baragaña, 6

33430 Candás

Carreño (Asturias)

Teléfono: 985 87 25 48

Móvil: 687 979 619

e-Mail: elfaro@elfaro.as

 

DEPÓSITO LEGAL:

AS-2082-2015

 

Páxines n'asturianu espublizaes cola ayuda de la Conseyería de Cultura del Principáu d'Asturies

© 2005-2025 por VENTURA Y EL FARO S.L. • Prohibida su reproducción total o parcial, aún citando su procedencia, salvo permiso expreso.

bottom of page