«Vengo aquí a pedir ayuda a todos vosotros porque vemos que no llegan las cartas de expropiación ni se hace absolutamente nada», manifestó García Álvarez en el plenario. No obstante, desde la entidad vecinal manifiestan que el proyecto lleva «corregido» desde setiembre del año pasado. «Esa carretera es el futuro del barrio», dice el presidente L’Ablanal.

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Otro problema es la falta de «disponibilidad de los terrenos», es decir, que hubo vecinos que no los cedieron, con lo que el Principado tiene que «iniciar un proceso de expropiación y modificar el proyecto original». La información sobre los bienes afectados se publicó en el Boletín Oficial del Principado de Asturias del 2 de octubre de 2022.

Cabe recordar que los dueños de 17 fincas firmaron el año pasado  su oposición a la construcción de una senda en El Regueral pareja a la construcción de la nueva carretera porque «perjudica gravemente nuestro patrimonio». El plan incluía «un ensanchamiento muy superior y la creación de una nueva senda en uno de los márgenes», lo que ocasiona «perjuicios graves» en los terrenos. La infraestructura «invadiría las propiedades de los afectados,  al tener que retranquear los muros y cierres existentes, siendo en muchos casos imposible su colocación posterior». Algún caso sería aún más extremo, ya que «el proyecto parte alguna finca por la mitad, con lo que ya no podrían construir una casa», lamentaban.

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Entretanto llega la inversión de la  CE-1 que atraviesa cuatro núcleos rurales, L’Ablanal sigue reclamando una obra menor, también desde 2017. García Álvarez se refirió a convertir el camino C-885 en carretera para el deshogo de La Tejera, zona de expansión. «Tenemos un núcleo rural en desarrollo, que acaba siendo una ratonera», describió, al tiempo que recordó que «son 300 metros, no es la autovía del Cantábrico». «No queremos un camino, queremos una carretera en la que se pueda cruzar un camión, un coche o un tractor», dijo el presidente vecinal.

García evidenció el crecimiento de la Tejera con que «unos once niños» no disponen de transporte escolar. «Tienen que bajar como pueden a La Carreña. De noche, lloviendo y ventando», describió.